martes, 30 de agosto de 2011

Estudiantina Colombia. Colombia se hizo estudiantina (segunda parte).

Alrededor del mundo. Segundo viaje: Estados Unidos.
Foto del disco Estudiantina Colombia in folklore concert of colombian music
En la ciudad de Chicago (Estados Unidos) Hugo Cardozo, cofundador de la estudiantina recibía las noticias de sus compañeros en su gira por Europa. Miembro de la asociación de colombianos, Sadco, Hugo Cardozo empieza a barajar la opción de llevar a la estudiantina a Estados Unidos.

La estudiantina llega a Bogotá en 1983 luego de una extensa gira y se prepara a cumplir algunos compromisos musicales en Colombia. En 1984 Rafael es contactado por Hugo Cardozo quién le tiene una propuesta para tocar en Chicago. Hugo le dice a Rafael: “quiero traer a la estudiantina para la celebración del 20 de julio”. “Yo le dije a Hugo ─cuenta Rafael─, no sólo vayamos a Chicago, no tiene sentido hacer un viaje de esos para ir a una sola ciudad”. Y de nuevo la cancillería fue una de sus aliadas para confirmar más plazas. Estados Unidos recibiría a la estudiantina en una gira por: Miami, Washington, Chicago, Nueva York y Atlanta. 

La “invasión” artística, fue descrita así por el diario EL ESPECTADOR, en una nota del 19 de mayo de 1984: “Se trata de una sostenida invasión artística al país del norte, no sólo para llevar a la numerosa colonia colombiana la música y la danza folclórica, sino para divulgarlas entre los norteamericanos.

Entre los grupos que alistan sus maletas […] se encuentra la Estudiantina Colombia […] La Estudiantina Colombia ha desarrollado una extraordinaria labor de difusión de nuestra música”.

En Chicago, a la estudiantina le hacen una propuesta para grabar un disco en una semana. “Dijimos… pues sí, vamos a estar una semana aquí en Chicago: sí, hagamos el disco”, cuenta Rafael. “¿Imagínate una semana para hacer un disco? Eso fue una locura”, agrega Rafael. Una locura que llevaría el nombre de Estudiantina Colombia in folklore concert of colombian music.

Después de casi un mes de conciertos la estudiantina regresa a Colombia. Semanas después, un coronel retirado de la Fuerza Aérea Colombiana, y que había tenido la oportunidad de ver en vivo a la estudiantina en Miami, contacta a Rafael para llevar a la estudiantina a la celebración del 20 de julio del año 1985 en la ciudad de Miami. En ese viaje, la estudiantina haría parte de un cartel dentro de los cuales se encontraban: La Negra Grande de Colombia, Gerardo Arellano, Jaime Llano. “Entonces me metí a ayudarle a organizar todo ─cuenta Rafael─. Él no conocía a nadie y yo conocía a algunos artistas”. El Tropical Park fue el sitio en donde se dieron cita estos artistas colombianos. Los espectadores escucharon con emoción el himno de Colombia y Estados Unidos, “…éste que por primera vez se escuchaba en una orquesta de tiples, bandolas y guitarras.

25 años.
En el disco que la Estudiantina Colombia grabara en el año 1987 para la celebración de sus 25 años se puede leer una nota hecha por Rafael Mayorga para esta ocasión: “Tal vez nunca un grupo artístico colombiano había llegado a los 25 años de laboras haciendo patria apoyado solamente en su propio esfuerzo y trabajo. Por esta razón, estos cinco lustros han dejado un cúmulo de experiencias de todo orden que sin duda ligan a la Estudiantina Colombia con la vida musical del país como una realidad histórica.

Su razón de ser es hoy la misma de entonces pues ahora como antaño, nuestra cultura popular sigue necesitando de quién la proteja la conserve para que prevalezca”.

Eran 25 años de labores ininterrumpidas, sirviendo de plataforma para algunos músicos, llevando la música andina colombiana a muchos lugares en donde nunca antes se había escuchado un bambuco, un pasillo; un tiple o una bandola.

El 14 de diciembre de 1987 la estudiantina fue condecorada en un evento realizado en el Teatro al Aire Libre, La Media Torta y el diario EL ESPECTADOR así lo reseñaría: Fueron tres horas seguidas de música, donde la juventud y los adultos unieron sus voces para homenajear a la Estudiantina Colombia [...] bandolas, tiples, guitarras, instrumentos de viento, de madera y percusión, se combinaron para brindar el espectáculo musical con el cual se le rindió homenaje a los 19  integrantes de la Estudiantina Colombia, con su vocalista y presidente, Rafael Mayorga, quien junto con su grupo ha sabido interpretar y recoger lo más puro y autentico de nuestro folclor.

Con un concierto en El Teatro Colón la estudiantina cerraría la celebración de sus bodas de plata. 

Fundación Estudiantina Colombia.
Con la idea de no acabar el grupo, la estudiantina constituyo una organización sin ánimo de lucro en 1982. Tener una fundación permitiría que la estudiantina trabajar en otros campos, la difusión de la música andina colombiana en espacios radiales y el proyecto de una escuela de música andina que está en trámite en estos días y en busca de patrocinadores.

 “Desde que se creó como fundación ─cuenta Luis Eduardo “Lalo” Bernal─, dentro de los estatutos está contemplado el crear la escuela de música de la Estudiantina Colombia […] Esto permite que se capacite a gente, preferiblemente, joven para que desarrolle, promulgue, cultive un instrumento, defienda está música colombiana…”.

La estudiantina “por los caminos de Colombia”
Gracias a la conformación de la fundación, la estudiantina pudo acceder a otro espacio de difusión: la radio. Desde 1994, y por nueve años, Rafael Mayorga y José Patrocinio Castañeda, este último, comunicador social, integrante de la estudiantina, desarrollan un programa de radio que busca difundir la música de estudiantina (principalmente) y de la música andina en general; su nombre era: Por los caminos de Colombia.

“Con José Patrocinio Castañeda conseguimos un espacio en la radio nacional e hicimos un contrato ─cuenta Rafael─. Inicialmente era un programa semanal, luego en Inravisión nos dicen: el programa gusta mucho, nos han pedido que lo hagan diario: ¿se le miden a hacerlo diario?”.

En el horario de 6 a 7 de la mañana, Rafael iba difundiendo la música de la estudiantina y otros artistas: “Fue un programa extraordinario porque teníamos la cercanía con los artistas”. El programa tuvo siempre un formato de programa en vivo. Esto permitía que los oyentes fueran parte del programa con sus opiniones; además la gente accedía a las recientes producciones discográficas que se rifaban en el programa.

Luis Eduardo Bernal recuerda el programa así: “bajo la dirección de José Patrocinio Castañeda, él es comunicador social y el que más conoce del asunto. Nos turnábamos para ir al programa; no todas las veces podía ir algún delegado (de la estudiantina) y tuvimos la oportunidad de hacer programas en vivo […] Siempre divulgando música colombiana, música de la región andina y música de estudiantina, de la misma línea de la Estudiantina Colombia”.

Sostener un programa radial de música andina colombiana no era fácil si contamos con que el promedio de grabaciones de un grupo musical dentro de esta música, no supera los 5 trabajos discográficos en un promedio de 10 años de permanecía. En un principio la fonoteca de la radio nacional fue de gran ayuda, pero luego Rafael y José Patrocinio fueron adquiriendo por su cuenta más discos, sumados los que aportaban los artistas que iban al programa.

En 2003, argumentando un pasivo pensional y su retraso tecnológico (ver enlace 1) que hacía imposible la sostenibilidad de Inravisión, bajo la administración del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, el programa se canceló y con él un espacio que por 9 años fue una importante vitrina para la música andina colombiana.

A puertas del cumpleaños 50.
Formación actual de la Estudiantina Colombia
El próximo 1 de diciembre de 2012 la estudiantina cumplirá sus 50 años de fundación; un hecho sin precedentes en la historia de la música andina colombina y de las estudiantinas. El nuevo siglo propone retos diferentes y la estudiantina los va asumiendo con mucho trabajo. Hoy, la estudiantina desarrolla un proyecto de celebración de sus bodas de oro muy ambicioso. El proyecto propone la grabación de tres discos; el primero, mostrará la nueva formación de la estudiantina. “Actualmente estamos cambiando un poco el estilo de la música que estamos haciendo, porque antes lo hacíamos con arreglos muy tradicionales […] Tenemos otra clase de director, de instrumentistas con ideas y aportes nuevos”, cuenta Luis Eduardo Bernal, en un proceso que la acerca a la realidad de la música andina del momento. Los otros dos discos recopilaran la trayectoria discográfica de la estudiantina.

Además, la estudiantina planea en su celebración una semana con un cartel de grupos de lo más destacado del momento que alternaran con ella y se adelanta las gestiones para un concierto de estudiantina y orquesta con el apoyo de la Sinfónica Nacional de Colombia.

“Tenemos que incidir en la cultura y sobre todo en la cultura de Bogotá”, enfatiza Rafael Mayorga. Y sí, la música ha perdido espacios y vale la pena el reconocimiento para un grupo que ha mantenido su labor artística en pro de la música andina colombiana y del formato de estudiantina por 49 años.

“Todos queremos divulgar la música colombiana: sacrificamos tiempo; no invertimos sólo en dinero sino en estudio, en instrumentos y queremos a la estudiantina y por eso es que estamos todos. Esa ha sido la mística de la estudiantina.

Los jóvenes que llegamos 30 años atrás ya no somos los mismos y estamos entregando el bastón de mando a los que vienen; para qué, para cuando nos tengamos que retirar el grupo no se lesione y haya una continuidad”. Luis Eduardo Bernal.

Video.
 Los doce, bambuco del maestro Álvaro Romero Sánchez y dedicado a la Estudiantina Colombia. La versión es de Jorge Arbeláez. 

 


Agradecimientos.
A Rafael Mayorga, cofundador de la estudiantina por su tiempo y sus aportes para esta crónica. A Luis Eduardo "Lalo" Bernal y José Rubio por el tiempo para las entrevistas que sirven como base para esta crónica y a Edwin Bolívar por su colaboración en el material de apoyo: fotos, enlaces y videos.  

Enlaces.
2. Sitio oficial de la Estudiantina Colombia www.estudiantinacolombia.tk


martes, 23 de agosto de 2011

Estudiantina Colombia. Colombia se hizo estudiantina (Primera Parte).

Ecos.
Foto archivo fotográfico Estudiantina Colombia
Bogotá, Colombia, finales de 1962, día sin especificar. Sobre la carrera octava con calle 13, o más conocida como Avenida Jiménez, se ve a un joven buscando el boquete que da entrada al auditorio de los sótanos de la Jiménez. Luego de bajar las escaleras y girar a la izquierda, entra al auditorio, toma asiento y aguarda pacientemente el inicio del concierto. Minutos después aparece en escena el maestro Jerónimo Velasco y su estudiantina Ecos de Colombia. Arriba, la ciudad sigue su ritmo; abajo, en el pequeño auditorio el joven emocionado escucha con atención. Al término del concierto camina un poco y sueña con que su estudiantina (en donde él es cantante) suene igual a Ecos de Colombia. “Nosotros queríamos tocar como Ecos de Colombia”, dice Rafael Mayorga, cuarenta y nueve años después cuando recuerda esos primeros años de La Estudiantina Colombia

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“Somos más populares que Jesucristo”, diría John Lenon en 1966 y el eco de su frase reverberaría por muchos lugares del mundo. En Colombia, Rafael trabajaba con su estudiantina y veía con asombro como Los Beatles inundaban los espacios de difusión musical. “Los Beatles revolucionaron la música; pero nosotros teníamos que defender lo nuestro”, cuenta Rafael.

La Estudiantina del Centro Músico-Social Colombia (ese era el nombre que tenía la Estudiantina Colombia en sus primeros años), inicia su vida artística en 1959 en la naciente Academia Luis A. Calvo. Academia que acercaría (y acerca) a  miles de personas a la música andina colombiana. Pero no se puede hablar de este momento sin ir un poco atrás y ver la historia de la institución que acogió y vio nacer a esta estudiantina. 

Fue en 1957 cuando Fernando Mazuera Villegas, alcalde del Distrito Especial de Bogotá, o, para nuestros días Bogotá D. C., plantea la creación de una academia musical para atender la demanda de la ciudad en este aspecto. “El alcalde ─cuenta Rafael─, llama a Jerónimo Velazco para que asuma la dirección de la academia. Pasan los días y no hay un resultado efectivo. El alcalde presiona. El maestro (Jerónimo Velazco) finalmente no se compromete y llaman  Darío Garzón, del dueto Garzón y Collazos, y él dice que sí, y allí nace (la academia) a finales de 1957. En el año 1958 arranca la academia a funcionar”. 

La academia tuvo su sede en el barrio Palermo de Bogotá, ubicado en el centro geográfico de la ciudad. En principio, la academia reunió a varios integrantes de la Estudiantina Ecos de Colombia para dictar las clases en el horario de 6 a 9 de la noche. Tomas Molano Rosas, guitarrista de la estudiantina era uno de ellos. “Él (Tomás Molano Rojas) se quedaba después de la hora en que se terminaban las clases. Se quedaba por ahí hasta las diez o diez y media…  Estas clases  fueron conformando un grupo”, cuenta Rafael Mayorga. En esas horas extras que el maestro Tomas dictaba de manera gratuita y desinteresada, muchos estudiantes iban adquiriendo todos esos conocimientos que el maestro traía consigo de la Estudiantina Ecos de Colombia. Lo que en un principio fue una forma de afianzar conocimientos, con el tiempo sería el espacio para el nacimiento de la Estudiantina Colombia el primero de diciembre de 1962.

Su primera presentación como estudiantina se llevaría a cabo ocho días después de la fundación. Daniel Sánchez Aranguren, redactor de EL ESPECTADOR, escribiría el 10 de julio de 1964 refiriéndose a ese día: “Villapinzón para entonces organizaba un concurso de tipo folclórico con $1.500 de premio al ganador (el diario en donde aparece esta noticia costaba 40 centavos); la suma no era para que se volviese ‘agua la boca’ pero serviría para comprar uniformes e instrumentos”. Luego de una muy buena presentación, la organización adujo que tres de sus integrantes no se presentaron con traje típico completo y por tal motivo no se podía dar el primer lugar a la estudiantina. Sin embargo, fueron reconocidos con el segundo lugar y un premio de $250.

El formato de estudiantina no era muy popular; además, los problemas económicos eran comunes para el grupo de jóvenes. Así que ideando diferentes estrategias dentro de las que se encuentraban: una rifa trimestral de una serenata y un fondo común en donde cada integrante aportaba dos pesos semanales, siguieron su camino.


Así es Colombia.
Después de esta experiencia, la estudiantina empezó un proceso diferente: buscar espacios para la difusión de su trabajo. “Nosotros veníamos trabajando con el grupo, ensayando, montando música…” cuenta Rafael. “En Bogotá era muy fácil hacer conciertos, hoy es muy complicado”, agrega. Fue en todo este proceso cuando en 1964 Rafael Mayorga contacta a Juvenal Betancourt.

Juvenal Betancourt conducía un programa de televisión que se llamaba “Así es Colombia”; en él, Juvenal presentaba a los artistas más representativos de la música nacional. “Yo busque a Juvenal Betancourt─ cuenta Rafael ─y le hable del grupo y entonces dijo: bueno, los espero el próximo lunes que quiero oírles un ensayo. Fuimos ese lunes. Nos citó a las 12 del día y finalmente nos atendió a las 6 de la tarde”. Juvenal Betancourt los escuchó con atención y entonces dijo: “Los espero dentro de quince días”.

Minutos antes de salir al aire, Juvenal le pregunta a Rafael por el nombre del grupo. “No le teníamos nombre al conjunto ─cuenta Rafael─, sino que se llamaba La Estudiantina del Centro Músico-Social Colombia”. Entonces Juvenal dice: “No, ese nombre está muy largo, tienen que ponerle un nombre más sencillo, póngale… Estudiantina Colombia”, y con ese nombre se presentarían esa noche alternando con artistas como Jaime Llano Gonzales.  “Ahí tomamos el nombre ─cuenta Rafael─; hacemos televisión… el éxito fue bueno. Estábamos alternando con los chachos de la época y entramos a ese círculo; a la estudiantina le cambia la vida por completo porque le salen compromisos en la radio y la televisión”.

Ese día Rafael conoce a Lizardo Díaz, más conocido en el mundo artístico como Felipe del dueto Los Tolimenses; quien sirve como puente entre Codiscos y la Estudiantina para la grabación de un disco. En ese entonces grabar un disco para un grupo de Bogotá era muy difícil, pues los estudios de grabación quedaban en Medellín. Así que la Estudiantina Colombia viaja a Medellín y graba su primer disco (ver enlace 1). Es así como la Estudiantina pasa a ocupar el espacio de las estudiantinas en el panorama nacional alrededor de 10 años, luego de la desaparición de la Estudiantina Ecos de Colombia en 1963.

Tener un disco, hace que la difusión de la estudiantina se dispare y el trabajo se intensifique, y ahí hay otro problema: la sede para ensayar. Daniel Sanchéz Aranguren (en el artículo anteriormente citado) transcribe los comentarios de Rafael que explican cómo era la situación para ese entonces: “Como las reuniones se prolongaban hasta altas horas de la noche, debido a que todos somos estudiantes nocturnos y era preciso iniciarlas tarde, no se podían hacer en las casas para no trasnochar a las familias; buscamos infructuosamente un sitio y hubo entonces la necesidad de recurrir a los cafés, pero ello engendraba a su turno un doble problema adicional: el de que son muy pocos los establecimientos en donde venden tinto por la noche y las constantes protestas de los dependientes por lo mucho que demorábamos y lo poco que sumaban nuestras cuentas”.  

Este problema se solucionaría tiempo después cuando la estudiantina ofrece un concierto en el Externado Nacional Camilo Torres. En el público asistente al concierto se encontraba el señor Severo Ortiz, rector de la institución y quien una vez terminado el concierto se acerco a los integrantes de la estudiantina y ofreció su colegio como sede para la misma, sólo si se utilizaba después de finalizadas las actividades del bachillerato nocturno.

La estudiantina se crece.
La estudiantina continúa su trabajo y empieza a figurar en diferentes concursos.  En 1964: Primer puesto en el Festival Folclórico de Ibagué y primer lugar en Festival del Bambuco en Neiva. En 1966: primer puesto El Festival de la Guabina en Vélez (Santander) y primer puesto en el concurso folclórico de la Feria de Cali.

A través de sus 49 años ininterrumpidos de funcionamiento, la estudiantina ha vinculado en sus filas a numerosos intérpretes dentro de los cuales se puede citar al maestro Álvaro Romero Sánchez,  al maestro Fidel Álvarez o a la maestra Libia Ladino, entre muchos otros. En un artículo de Cecilia Santos el 1 de febrero de 1982 y publicado por el diaro EL ESPECTADOR se puede leer: “ Se calcula que del 67 para acá, por la Estudiantina Colombia han desfilado cerca de 80 músicos de los cuales muchos han seguido la tradición y hoy se encuentran al frente de otras estudiantinas de renombre”.

Luis Eduardo “Lalo” Bernal, bandolista en la actualidad de la estudiantina cuenta como fue esa época: “Yo entro a la estudiantina en junio de 1976 […] Yo tenía 21 años aproximadamente. Recuerdo que llegamos y nos hicieron un examen de admisión y al mes ya estábamos tocando en el Teatro Colón […] Cuando yo entre ya había otras personas de edad y se suponía que nosotros éramos los muchachos de esa época y entrabamos a colaborar para que el grupo siguiera”. En una clara muestra de relevo generacional.

José Rubio, tiplista en la actualidad de la estudiantina cuenta como ingresó a la estudiantina: “Yo ingreso en 1981. Era alumno de la maestra Libia Ladino y de Harley Otalvaro en la Luis A. Calvo. Allí trabajaba como profesor el maestro Francisco Roldan (q.e.p.d) quien era el director de la estudiantina. Una tarde llegó y le dijo a la maestra Libia: necesito un alguien que ya maneje el tiple para la Estudiantina Colombia […] El maestro (Francisco Roldan) me citó en la sede de Comfenalco en la calle 19 con cuarta […] Entonces dice el maestro, yo le voy a pasar un papelito de un bambuco: Caucaneando del Chunco Rozo”. Después de que José estudió la partitura por 5 minutos, el maestro Francisco Roldan empieza el montaje dejando solo en los tiples a José a manera de examen. 

El grupo iba creciendo y en los planes de Rafael Mayorga, que por esa época asumió el papel de representante artístico, estaba otro objetivo en la vida de la estudiantina: un viaje al exterior.

Alrededor del mundo. Primer viaje: Europa. 
Foto contracarátula del disco de los 25 años.
Desde que en 1901 la Lira Colombia llegara a Estados Unidos, ninguna estudiantina, ni su querida Estudiantina Ecos de Colombia, había llegado tan lejos y él lo sabía. Atrás habían quedado las extenuantes jornadas de ensayo; también la “loca” idea de rifar un Renault 4 cero kilómetros para recaudar fondos o las horas de espera en el aeropuerto de Moscú para que alguien los recogiera. Ahora estaba allí, en medio de La Plaza Roja de Moscú junto a sus 17 compañeros viendo pasar a los transeúntes que curiosos, preguntaban el nombre de los instrumentos que llevaban mientras el traductor intentaba explicarles las características de un tiple y una bandola. En ese momento le era difícil recordar la última vez que estuvo tan satisfecho. Entonces, forma con la estudiantina en una hilera y con el sombrero en alto espera la foto que servirá de testigo de esa travesía. Rafael sonríe y segundos después el disparador de la cámara se acciona. La Estudiantina Colombia estaba en Moscú

En 1982 “un hermano se fue a estudiar matemáticas en Moscú ─cuenta Rafael─. Un buen día le escribo y le digo: yo quiero llevar la estudiantina a Rusia […] averígüeme cómo se hace el contacto. Él me hace el contacto con el gobierno soviético, en ese entonces, y concretamos la gira”. Luego de este contacto, Rafael insiste en la idea de una gira por Europa, así que por medio de la cancillería se logran confirmar otras plazas: Madrid, Viena, Ciudad del Vaticano, Roma y Moscú.  

Tras no poder hacer una audiencia privada para el Papa Juan Pablo II en Roma, la estudiantina llega a Moscú un día después de lo estimado y cuando llegaron nadie los esperaba. “Yo miraba desde lejos a todos  (mis compañeros) con el equipaje y no había nadie”, recuerda Rafael. Luego de dos horas Rafael se pudo comunicar con la oficina de la organización e enviaron a alguien a recogerlos.  

Kislovodsk, Astrakan, Elista, Piatigorsk, Essentuki y Moscú fueron las ciudades de la Unión Soviética que tarde a tarde escucharon los bambucos, pasillos, guabinas…, que interpretaba la estudiantina en medio de teatros abarrotados de gente gracias a que “los espectáculos se organizaban con un año de anticipación” y la boletería había sido vendida días atrás.

Pablo Augusto Torres, redactor de EL ESPECTADOR, en una columna publicada el 12 de junio de 1983, cuenta cómo fue el concierto en la ciudad de Kislovodsk: “Poco después, tras la ejecución del bambuco “Compañero”, un piloto ruso de vacaciones, pero con su uniforme atiborrado de condecoraciones de guerras pasadas, subió al escenario, pronuncio un improvisado y emotivo discurso ─traducido apresuradamente al español por las sorprendidas intérpretes soviéticas─ y, arrodillándose,  pronuncio un sonoro ¡viva Colombia! Antes de entregarle un ramo de flores al director del conjunto, encimándole a la usanza rusa un par de besos en las mejillas”.

“Uno en esa tierra, definitivamente se siente muy extraño”, cuenta José Rubio pero “siempre había colombianos, pocos pero siempre aparecían”. Gracias a la Estudiantina Colombia, la música andina colombiana tuvo un espacio en el viejo continente. 

Enlaces.
1. Para ver toda la información de los integrantes y una galeria completa de fotos ingrese a www.estudiantinacolombia.tk 

lunes, 15 de agosto de 2011

Manuel Bernal Martinez. Redescubriendo a un bandolista (Segunda Parte).

Cuatro Palos, palo en Ginebra.* 
Foto del disco "Ahora sí" de Cuatro Palos.
“Para finales de 1987 éramos 18 (integrantes). Nosotros queríamos hacer crecer el grupo para acometer otro repertorio que se había olvidado, repertorio que Fernando León había escrito para la Orquesta Típica Colombiana”, comenta Samuel Fierro. El haber ganado el Gran Premio “Mono Núñez” hizo que Nogal realizara una gira de conciertos por las sedes del Banco de la República en todo el país. Cuando el grupo creció, transportarlo no era nada fácil. Así que en 1988 nació una idea dentro de los miembros fundadores de Nogal: armar un cuarteto al que llamarían Cuatro Palos. “Cuatro Palos y El Trío Ancestro eran nuestra representación en  los festivales, pues eran grupos pequeños. Mover a Nogal ya era muy difícil”, cuenta Samuel Fierro.

El 19 de noviembre de 1990 se daría inicio a la Segunda Semana de la Bandola en el auditorio de la Universidad Santo Tomás y el Auditorio Olav Roots de la Universidad Nacional. En esta ocasión el bandolista homenajeado era Fernando León. Un cartel de los grupos más representativos de la música andina colombiana en ese entonces, se dieron cita por cinco días. Por estos escenarios desfilaron grupos como: Trío Cedeño, Trío Añoranza, Las estudiantinas de la Universidad Nacional y la Academia Emilio Murillo, El Trío Pierrot, El Trío Instrumental Ancestro, Cuatro Palos, El Cuarteto Hermanos Escobar, Cuarteto Smog (conformado por El Trío Ancestro y Fernando León) y Nogal Conjunto de Cuerdas.  Además de los conciertos, Manuel hizo una exposición de bandolas que por esa época empezaba; experiencia que recogerá años más tarde en su trabajo Cuerdas más cuerdas menos. Una visión del desarrollo morfológico de la bandola andina colombiana. 

Las notas del programa presentarían a Cuatro Palos así: “’La tontería en música también puede expresarse con sonidos’ Hans Eisler”. Más adelante se podía leer: “Como homenaje a esa etapa (conformación de Nogal) y a la vez como forma de trabajo y de expresión instrumental, los miembros fundadores de NOGAL reviven esta agrupación inicial, buscando nuevos campos en la composición, instrumentación e interpretación”.

Bajo esta búsqueda, en 1991 Cuatro Palos llega a Ginebra. Ese año Nogal fue invitado a dar un concierto en la edición 17 de El Festival Mono Núñez y Cuatro Palos fue a concursar. “En 1991─ cuenta Manuel─ con Cuatro Palos éramos unos ilustres desconocidos (bueno, como cuarteto porque nos relacionaban a todos con Nogal, ganador en 1987)”. Pero cómo recibiría El Festival Mono Núñez esa búsqueda de “nuevos campos en la composición, instrumentación e interpretación”. Manuel lo resume así.

“Contrariando las ‘reglas’ implícitas de toda participación por esas calendas, decidimos llevar repertorio prácticamente desconocido y un par de obras inéditas "revolucionarias" para el momento: Anomalía de Carlos Augusto y Allí no más de Germán Darío. En esos años el formato del concurso era dos días de eliminatorias generales, una semifinal y una final. Creo recordar que en la eliminatoria tocamos Ahora sí de Jorge Arbeláez y Vuelamasquelviento de Chucho Rey; en la semifinal El Campesino del "Chunco" Rozo y Anomalía; y en la final Melodía triste de León Cardona”.

Cuatro Palos llegó a la final con un trabajo de interpretación impecable, Impromptus VIII, el favorito del público, hacía lo propio. Cuatro Palos hasta ese momento era considerado como el grupo “colado”. “…tuvimos la inmensa fortuna de contar con un jurado que tenía formación musical académica y popular, de tal manera que pudo entender y apreciar la propuesta de cámara que llevábamos […] cuando se anunció el fallo, a todas luces sorpresivo, prácticamente todo el coliseo se paró a gritar en contra del jurado y de nosotros” recuerda Manuel.

Francisco Quintero, corresponsal de EL TIEMPO escribiría: “Las tribunas esperaban que el oscar andino recayera en el conjunto mixto, también de la capital, Impromptus VIII, o, en su defecto, en el solista instrumental bugueño Hernando José Cobo”.

“Después de eso─ continua Manuel ─nos llegó el rumor de que afuera del coliseo estaba un grupo de gente muy enojada (supuestamente paisas, supuestamente ebrios y supuestamente dispuestos a golpearnos) y pasamos unos 20 a 25 minutos dentro del coliseo, con los jurados y algunos de los organizadores, hasta que pudimos salir hacia el alojamiento”. Jairo Rincón, bandolista de la agrupación, escribiría años después en su cuenta de Facebook: “Nos tocó esperar más de media hora… solos dentro del Coliseo de Ginebra. Nos querían 'linchar'. En esa época el público era muy conservador”.

De casualidades y bandolas.

Dentro de una alberca, sumergida, una bandola va cediendo sus pegantes para dejar libre el diapasón de escala “perfecta”. Los 33.3 centímetros abalan está creencia del astrónomo aficionado, conocedor de matemáticas y luthier Carlos Riveros. La magia del número 3, su perfección (según creía Carlos Rivero),  daría a Manuel  la escala de sus bandolas por allá en 1990.   

Paralelo al proceso interpretativo, Manuel persigue otro objetivo en su relación con la bandola. Desde que Manuel hace parte de Nogal, conseguir una bandola que por encima de todo sea cómoda para los requerimientos interpretativos de las obras que ejecutaba lo llevo a trabajar en la búsqueda de este objetivo.

En el momento en que Manuel comienza su trabajo con Nogal se da cuenta que las bandolas de la mayoría de sus compañeros son de 12 cuerdas. Bandolistas como Fernando León, Fabián Forero, Jairo Rincón, asumieron la bandola de seis órdenes dobles “por  una cantidad de razones prácticas de ergonomía del instrumento”, comenta Manuel.

Para la época, el constructor más importante de bandolas en el país era Carlos Norato, sus bandolas, con una “sonoridad muy bonita”, inundan el país. Sin embargo, para Manuel y su compañero Jairo Rincón, las bandolas de Norato tenían un único problema: eran 16 cuerdas. Así que las bandolas se compraban de 16, se traían a Bogotá, se les cambiaba la cabeza, se modificaba el hueso, el puente; un proceso a todas luces muy engorroso.

Jairo Rincón compartía la misma inquietud de Manuel frente al instrumento y así empezaron la búsqueda. Los criterios eran claros: un mástil más largo para tener espacio en el registro sobreagudo y una escala más larga que afinara bien y además que fuera de 12 cuerdas. 

Tiempo después Manuel y Jairo conocen a Carlos Riveros, “uno de esos personajes que parecen salidos de un cuento. Sabe de astronomía; entonces talla lentes y al mismo tiempo construye instrumentos”, así lo describe Manuel.  Con Carlos Riveros logran varias cosas, un diapasón muy cómodo, un instrumento muy bien incrustado y el uso de mejores maderas. El problema, el diseño de puente de esas bandolas tenía una barra de bronce movible que hacía difícil la afinación.

Primera casualidad, primera bandola. 
Alberto Paredes reconocido constructor de la ciudad de Bogotá, que junto con Pablo Hernán Rueda, su ayudante, quien años después formaría su propio taller; recibieron a Manuel en el proceso de construcción de una “buena” bandola.

“En algún momento a Alberto (Paredes) le mandan a construir dos bandolines brasileños. El no tenía ni idea de dónde sacar el modelo. Yo tenía discos, fotos, y a punta de eso hicimos un plano […] Ese fue el momento en que se me daña la bandola de Carlos (Riveros). Yo la meto dentro de la alberca, porque necesitaba el diapasón que era de una madera excelente; después que se deshicieron  todos los pegantes yo le llevé a Alberto el diapasón y un poco del brazo y le dije: necesito que me haga una bandola alrededor de esto”.

El resultado obtenido con el plano del bandolim le da a Manuel una sensación de comodidad, pues a pesar de ser un instrumento pequeño, se acomodaba muy bien en las piernas. La formaleta que usaron para esos primeros bandolines fue ampliada en la parte superior para acomodar los órdenes de la bandola y así nació en 1990 la primera bandola que cumplía con los criterios establecidos tiempo atrás por Manuel y Jairo. En 1996 Alberto Paredes implementa el sistema de arpa en las bandolas, sistema que dará una mejor proyección al instrumento; con parámetros más técnicos desde lo matemático, con un diseño de tiracuerdas mejorado y clavijeros individuales y de precisión. (Ver enlace 1).


Segunda Casualidad, bandola alto.
Vicente Niño, bandolista de la Estudiantina Bochica, a mediados de la decada del ochenta persigue el sueño de crear la familia de las bandolas a partir de la idea del cuarteto clásico: dos violines, viola y violonchelo. “Fue Vicente Niño ─cuenta Samuel Fierro─, que de su bolsillo mandaba a hacer instrumentos al constructor Castro Valencia (Efraín)”; Sin embargo, con la desaparición de la Estudiantina Bochica a mediados de la década del ochenta este esfuerzo desaparece.

Gabriel Rondón, reconocido guitarrista de jazz, quiso un día tocar bandola pues el sonido le parecía agradable pero la escala le parecía muy pequeña, así que le encargo a Alberto Paredes una bandola con un cuerpo y una escala más grande para afinarla a una octava de la guitarra. Alberto hizo dos bandolas y una se la dejo a Manuel, él la estrenaría en Nogal cuando tocaba los papeles de tercera bandola. Sin embargo, el sonido que proyectaba esta bandola era poco, así que Manuel decidió hacerle algunas modificaciones y con otras cuerdas y con una afinación diferente a la original (afinación actual de primera a sexta: do, sol, re, la, mi, si), la bandola alto fue un hecho.

Calle de las mandolinas, bandola bajo.
Familia de bandolas.
En el centro de la ciudad de Bogotá, en el barrio La Candelaria, se ve caminando a dos jóvenes en busca de la calle de las mandolinas y del taller  de Los Hermanos Rodríguez, constructores de instrumentos de cuerda. Consigo llevan el plano de una bandola grande, más parecida a una guitarra. “Háganos un aparato sencillo, es para probar si se puede usar o no”, diría uno de los dos jóvenes. Hoy, después de muchos años Manuel comenta: “Los instrumentos era costosos y botarle plata a una bandola que uno no sabe cómo va a funcionar…” Ese día de principios de los noventa (la fecha no se puede precisar) Manuel y Jairo se embarcan en otro objetivo: hacer una bandola más grave aún.

“Ya teníamos una bandola de registro medio que luego se llamará bandola alto y se nos ocurre hacer una grande. La idea inicial era que afinara una octava abajo”, cuenta Manuel. Ese primer intento de bandola bajo arrojó varios resultados que sirvieron para pensar en hacerla de otra forma, pues era muy pesada y sostenerla era muy difícil. Sin embargo, se estrenaría en una clase de instrumentación, a la que asistía Manuel en la UPN, en un formato de cuarteto de bandolas, junto con la bandola alto y dos bandolas sopranos. ÍA, un bambuco compuesto por Manuel sería la primera obra adaptada para cuarteto de bandolas.

Años después, Manuel investigaría más sobre la construcción de instrumentos y encontraría varias ideas para modificar ese primer modelo. La bandola tendría una escotadura (parte para apoyar el instrumento en la pierna) parecido al de una guitarra; tendría una escala variable: más larga en las cuerdas graves; 6 órdenes en donde las cuerdas más graves son simples y un sistema de arpa que resistiera la tensión de las cuerdas. 


Formando bandolistas. 
En 1990 El Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá logra hacer un convenio con La Universidad Distrital Francisco José de Caldas para que por medio de La Academia Superior de Artes de Bogotá, ASAB, se pueda organizar un programa de profesionalización en músicos populares.  

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Manuel se vincula a La Escuela Especializada en Música y Danzas Populares de Tunja (Boyacá) como profesor de bandola y otras asignaturas afines. “Yo trabaja tres días a la semana; me iba de aquí (Bogotá) los martes a las once de la mañana y volvía los jueves a media noche”, cuenta Manuel.  La experiencia como profesor de bandola le brinda a Manuel otro campo de acción: recopilar, diseñar y producir material para el aprendizaje de la bandola.

“Esos dos años que estuve en Tunja fueron importantísimos ─dice Manuel─, pues me obliga a sistematizar un poco de cosas de mis maneras de hacer, de cómo me había vuelto bandolista”.

La experiencia musical en Nogal permitió que la producción de material creciera. Ya Jairo había recopilado en un libro que él llamaría Chibcha Book (reproduciendo la idea del Real Book, usado para recopilar standars de jazz), parte de ese material. En ese libro, Jairo reúne una serie de bambucos, pasillos, danzas…, que rápidamente se distribuye entre los músicos. Además, Jairo crea una cartilla para el aprendizaje de la bandola. Manuel sigue ese trabajo en Tunja hasta que después de una reestructuración en la escuela hace que las condiciones varien,  Manuel no se siente muy cómodo y se retira luego de dos años y medio de trabajo.

Luego de trabajar en Tunja, Manuel se vincula a la Universidad Javeriana, Universidad de los Andes y Batuta (en esta última trabajará un año); hasta que en 1995 es llamado a trabajar en la ASAB. “Reinaldo Monroy ─cuenta Manuel─, que era director de la escuela de Tunja, renuncia a la escuela y viene a Bogotá y se vincula, por conocimiento con la gente fundadora del programa, a la ASAB […] Ahí aparecí yo por recomendación de Reinaldo”.

Desde ese momento Manuel asume la organización de un programa de formación de bandolistas profesionales. “Programas de formación instrumental… eso es muy difícil de hacer y más de instrumentos que tienen poco tradición académica y que al mismo tiempo son instrumentos muy vivos pero están muy muertos”.   

El contexto en que Manuel aprendió es diferente, y reconoce la importancia de espacios de tertulia y de práctica auditiva que permiten un acercamiento diferente a las músicas populares.  Pero Manuel ha asumido con dedicación, por más de 15 años, el reto de formar bandolistas en una visión del instrumento más amplia.

“La ventaja que tiene Manuel─ concluye Samuel Fierro ─ es que sabe cómo enseñar; otros podemos saber cómo tocar pero no sabemos comunicarlo”.

Conclusión. 
“En muchas cosas somos un país profundamente aislado y somos también muy marginales. Nosotros mismos nos encargamos de eso. […] No hemos logrado establecer los vínculos (con otros países).  Esto (el movimiento alrededor de la bandola) hay que ponerlo sobre la mesa mundial”. El bandolista debe empezar “a desarrollarse no sólo desde la técnica sino desde la visión”. Manuel Bernal Martinez, bandolista bogotano. 

Agradecimientos.
A Manuel por su tiempo, por la paciencia a mis innumerables preguntas, por el material que sirvió de base para esta crónica. A Samuel Fierro por la entrevista que me concedió y a todos los que han seguido esta crónica hasta este punto. 



*Titular de EL TIEMPO, 2 de julio de 1991, sección Nación, escrito por Francisco Quintero.


Enlaces.
1. Colección de bandolas de Manuel Bernal, un recorrido desde la bandola andina por la música colombiana, Por Jaime H. Quevedo Urrea, Número 16 de la revista A contratiempo del Centro de Documentación de la Biblioteca Nacional, Enero 27 de 2011. http://www.youtube.com/watch?v=Lh2XHoCBpnA&feature=related. 

miércoles, 10 de agosto de 2011

Manuel Bernal Martinez. Redescubriendo a un bandolista (Primera Parte).

Oxímoron: Una tragedia afortunada.
Manuel tocando bandola bajo.
Ese fue un año de tragedias: Mataron a Kennedy (John F. Kennedy), murió Jerónimo Velazco y nací yo, dijo soltando una carcajada. Nos encontrábamos en un ensayo de La Orquesta Colombiana de Bandolas. En sus manos sostenía una bandola bajo que el mismo había construido años atrás y que ahora toca en la orquesta en donde es director asistente (ver foto de la izquierda), sin lugar a dudas: la orquesta y el desarrollo de la familia de las bandolas, son dos de sus aportes más importantes para la bandola. El 17 de junio de 1963 en la ciudad de Bogotá nació Manuel Bernal Martínez.


La fotografía de un trío musical.  
Sobre las paredes de su apartamento en el occidente de Bogotá se pueden ver algunas fotografías a blanco y negro; unas muestran a la Bogotá de mediados del siglo pasado, otras, algunos de los grupos en los cuales ha participado. Pero hay una que tiene un significado particular, es una fotografía de un trío conformado por su papá como bandolista, su abuelo y su tía; sin embargo, el recuerdo que Manuel Bernal tiene de su padre es como guitarrista. “La bandola que él tocaba ─cuenta Manuel sobre su papá ─se había roto. La colgaron en una puntilla que no existía, se desbarato y él siguió tocando guitarra”. Su padre cantaba a dueto  el repertorio que se grababa en los cincuenta y sesenta, principalmente repertorio de duetos como Garzón y Collazos entre otros. Fue viendo tocar a su papá como Manuel aprendió a tocar guitarra y tiple.

En el colegio Manuel Bernal conoce a Juvenal Cedeño, importante músico de agrupaciones como el Trío Joyel, El Trío de los Hermanos Cedeño, La Estudiantina de la Universidad Nacional, entre otros; quien dirigía la estudiantina del colegio y en la cual estaría Manuel como guitarrista en sus años de bachillerato.

Un día, un amigo del barrio de nombre Mauricio Bernal (de apellido Bernal pero no familiar de Manuel)  llegó con una bandola de una tía y se la dio a Manuel (Ver enlace 1).  Junto a su hermano y Mauricio, Manuel armó su primer trío en donde el repertorio principalmente era obtenido de hacer ejercicios de escucha de los discos del Trío Morales Pino y con algunas partituras que “se conseguían en las casas musicales, principalmente las publicaciones de Ángel María Cruz" de adaptaciones sencillas para trío y un método para bandola.

Paralelo a todo este proceso que vivía Manuel en los años setenta en donde El Trío Joyel lanzaba su Trío Joyel Vol. I (1978) y revolucionaba el formato de trío típico. En esa misma época en Ginebra (Valle), un grupo de personas organizaba un concurso: El Festival Mono Núñez, que en los años posteriores nos permitirían ver a grupos muy importantes para la música colombiana… Pero de eso hablaremos luego.

Medicina vs. Música.

En 1980 Manuel termina el colegio y se ve enfrentado a un dilema. “Cuando salí del colegio ─comenta Manuel─. Estamos hablando de una época en que la presión social para no ser músico” era muy fuerte. “La profesión de músico era muy mal vista, y más de músico popular”. Así que decidió iniciar estudios de medicina en la Universidad Nacional. Sin embargo, la música seguía presente y Manuel aprovechaba las electivas para inscribir clases de música en el conservatorio, clases que le permitieron aprender un poco de teoría musical y de la música popular con el Maestro Guillermo Abadía.  

Manuel se entusiasma consiguiendo discos y arreglos que gracias a las clases de teoría podía entender,  va conciertos y así va conociendo más de esa música que lo apasionaba. Fue en esa búsqueda cuando en 1982 Vicente Niño organiza la celebración del centenario del natalicio de Luis A. Calvo con un cartel que incluía, entre otros, a agrupaciones como  La Estudiantina Bochica, El Trío Joyel (sin lugar a dudas uno de los grupos que más lo influenció),  y estudiantinas que se movían dentro del circuito bogotano. Se vivía un movimiento intenso dentro de la música andina colombiana impulsado por trabajos como Trío Instrumental Colombiano Vol. I (1981) o Trío Joyel Vol. II (1983). Esta música empezaba a sonar distinto, dice Manuel.

“Sentarse a ver un concierto de La Estudiantina Bochica, que no eran muchos (integrantes), eran unos… diez, y escucharles La fantasía sobre motivos colombianos de (Pedro) Morales Pino o las transcripciones y adaptaciones de Las Fantasias para banda de Emilio Murillo y de otros compositores. Uno decía: con esta vaina se puede hacer música a otro nivel”, recuerda Manuel con entusiasmo. Días después de terminado la celebración del natalicio de Luis A. Calvo, Manuel consigue una bandola de 16 cuerdas que no sube a Do (afinada un tono abajo Si bemol) del constructor Gonzalo Morales y  empieza a estudiar con más disciplina.

El 16 de mayo de 1984 la Universidad Nacional de Colombia fue cerrada. Los datos sobre este día son inciertos; algunos dicen que después de una pedrea para conmemorar el día del estudiante caído, la policía entró a la universidad dejando a su paso una ola de destrucción y de estudiantes desaparecidos, heridos y algunos muertos. La universidad estuvo cerrada por un año. “En ese momento yo estaba cursando sexto semestre─ cuenta Manuel ─y parte de las materias se tomaban ya en el hospital San Juan de Dios. No sé cómo, pero las directivas de la Facultad de Medicina lograron trasladar las clases en su totalidad para el San Juan, de tal manera que pudimos terminar el semestre a mediados de septiembre e iniciar inmediatamente el siguiente”.

El interés creciente de querer hacer música de una manera más seria, hizo que a finales del año 1984 Manuel abandonara sus estudios de medicina. “Yo estaba en mitad de séptimo semestre, viendo Medicina Interna, cuando me presenté y pasé a Pedagogía Musical en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) y decidí retirarme en diciembre de 1984… Yo siempre digo que la música me la ganó”, afirma Manuel.

Nogal.

“El 15 de mayo de 1986 a las 2:00 p.m. en el "Auditorio" del Torreón de la sede central de la Universidad Pedagógica Nacional en Bogotá, fue mi primer concierto "profesional". Con motivo de la celebración del Día del Maestro, el QUINTETO NOGAL dio su primer y único concierto”. Este es un pequeño fragmento de una nota que publicó Manuel en su perfil de Facebook el 15 de mayo de 2011. Pero echemos un vistazo a lo que pasó desde 1984 a 1986.

Cuando Manuel llega a la UPN en 1985 se encuentra con Jairo Rincón al cual ya conocía desde la celebración del centenario del natalicio de Luis A. Calvo. Jairo Rincón, le daría unas pocas clases de bandola convirtiéndose en su primer profesor de bandola (y único profesor según cuenta Manuel).

Fernando León Rengifo, reconocido bandolista, llega en 1986 al Departamento de Bellas artes de la Universidad Pedagógica como profesor. Martha Rodríguez, directora del proyecto, le pide que forme un grupo para la celebración del día del profesor. Los elegidos para conformar esta agrupación fueron: Jairo Rincón (bandola), al cual ya conocía, María Cristina Rivera (tiple), César Julio Martínez (guitarrista) y Manuel Bernal Martínez (bandola). “Jairo le dijo a Fernando ─cuenta Manuel─, ‘hay un chino todo “afiebrado”; ese es el propio para el combo. Todavía no sabe leer muy bien’… lo cual era totalmente cierto”. Con un formato de dos guitarras (Fernando León hacia el papel de la otra guitarra), dos bandolas y un tiple se estrenó el Quinteto Nogal; bautizado así por el nombre del barrio en donde se encuentra la sede de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad pedagógica Nacional.

Diego Estrada, bandolista del Trío Morales Pino y una de las más importantes figuras de la música andina colombiana de todos los tiempos cumplía 50 años y fue homenajeado con una semana de conciertos que se llamó: Primera Semana de la Bandola “Diego Estrada”.
El segundo concierto de Conjunto Nogal ─que cambio su nombre porque el grupo había crecido─, se realizó en octubre de ese mismo año. 


Los chinos de “El Chino”.

Fernando “El Chino” León, como es conocido en el mundo musical, regresaría en junio de 1987 a El Festival Mono Núñez “que desde esos años era un escenario obligatorio para darse a conocer”; precedido de la fama alcanzada en los setentas con El Trío Joyel con quien ganó el Gran Premio “Mono Núñez” en la modalidad instrumental en 1979, Fernando llegó con un grupo de muchachos con la firme intensión de ganarse de nuevo el concurso. “Nosotros éramos los chinos de El Chino”, comenta Manuel.

A inicios del año de 1987 los integrantes de El Conjunto Nogal deciden empezar la travesia por los concursos de música andina colombiana pero enfocando todos sus esfuerzos al festival más importante de la época (y tal vez de la actualidad): El Festival Mono Núñez. Reclutando gente de la UPN y de otros grupos como La Estudiantina Bochica lograron conformar un grupo de trece instrumentistas que dio inicio a otra etapa… El Conjunto de Cuerdas Nogal.“Una de las consignas era: vamos a ir, pero vamos a ir a ganar”, cuenta Samuel Fierro, bandolista de la Estudiantina Bochica que fue llamado a reforzar el grupo.  Con dos ensayos, y en ocasiones hasta tres por semana, Nogal empezó la preparación para este objetivo. “Él (Manuel) y su familia ─continua Samuel ─fueron los que acogieron a Nogal en su hogar. Ellos tenía un colegio de primaria… Nosotros ensayábamos en el patiecito del jardín infantil incluso en sillas para niños porque no había silla para grandes”.

“Una de las cosas importantes de Nogal ─cuenta Manuel─, y que permitió que hiciéramos tantas cosas en los primeros dos años, fue que todos éramos músicos (la mayoría de la misma universidad) de muy buen nivel y muy comprometidos. Eso nos permitía encontrarnos más fácil, hacer parciales […] La cuerda de primeras, además de los ensayos con el grupo, nos reuníamos a cuadrar digitaciones, plumadas, en un trabajo muy del de orquesta en ese sentido. Esa fue la escuela que me definió como músico”.

Todo este trabajo permitió que ese año El Conjunto de Cuerdas Nogal ganará el Gran Premio “Mono Núñez” en la categoría instrumental, pero lo más importante es que la música andina colombiana vería nacer un grupo que aportaría un trabajo que servirá a futuras generaciones, además de formar a músicos en la ejecución de la música andina a otro nivel “ante la desaparición de grupos que la mantenían en un alto nivel como La Estudiantina Bochica, El Conjunto Instrumental Furatena y el proyecto grande de la Orquesta Típica Colombiana”. (Ver Enlace 2). 


1. Colección de bandolas de Manuel Bernal, un recorrido desde la bandola andina por la música colombiana, Por Jaime H. Quevedo Urrea, Número 16 de la revista A contratiempo del Centro de Documentación de la Biblioteca Nacional, Enero 27 de 2011. http://www.youtube.com/watch?v=TZzUgf2hNY8&feature=player_embedded#at=103
2. Tomado del archivo digital de la revista A contratiempo del Centro de Documentación Nacional de la Biblioteca Nacional. http://acontratiempo.bibliotecanacional.gov.co/files/ediciones/revista-3/pdf/Rev3_13_Nogal,%20conjunto%20de%20cuerdas.pdf