lunes, 25 de julio de 2011

Fidel Álvarez Muñoz

El otro Marco Fidel

Fidel Álvarez Muñoz
El 7 de agosto de 1918 Marco Fidel Suárez asume la presidencia de Colombia. Este antioqueño, reconocido intelectual de su época, dirigió el país hasta 1921. Era la época de la Gruta Simbólica y sus tertulias literarias en donde Emilio Murillo (integrante de esta cofradía de intelectuales) sentado al piano animaba las reuniones con pasillos y valses. Hacia 1917 Pedro Morales Pino regresaba de Guatemala y  con una segunda alineación de la Lira Colombiana, ejecutaba los bambucos y pasillos que aún hoy escuchamos.

El 16 de diciembre de 1944 nace Marco Fidel Álvarez Muñoz, el otro Marco Fidel, el guitarrista de agrupaciones como La Estudiantina Colombia o el Trío Joyel y que al igual que el presidente de principios de siglo, y del cual recibió su nombre, nació en Antioquia en una vereda llamada “El Mango, que quedaba a hora y media a pie de Fredonia, pues carretera no había, y las mulas o bestias eran para los dueños de las fincas”, como lo reseña el mismo Fidel Álvarez, a quién llamaremos así de ahora en adelante. Heredero de los músicos de la primera mitad de siglo como Emilio Murillo o Pedro Morales Pino. Fidel Álvarez, ha sido el formador de un sinnúmero de músicos jóvenes que hoy hacen y divulgan la música andina colombiana.

La niñez
Cuando le pregunté por el número que ocupa dentro de sus hermanos, Fidel Álvarez hizo cuentas y finalmente respondió: fui el sexto. Luego, contó como dos de sus hermanos mayores, Hipólito y José J. Álvarez, tocaban guitarra y tiple en las vecindades y amenizando matrimonios. En ese tiempo les llamaban: las vísperas, me dice y entonces, empieza a recordar como asistía a los ensayos de sus hermanos, escuchando canción tras canción. Él los observaba mientras intentaba grabar en su memoria de niño los acordes y las melodías que ejecutaban, para cuando ellos no estuvieran, poder reproducirlas. No me dejaban acceder a sus instrumentos, entonces, cuando me encontraba solo, yo intentaba imitar lo que ellos hacían, dice Fidel.

Un día, Hipólito y José J. Álvarez, escucharon que alguien en su casa tocaba la guitarra y se  encontraron a Fidel tocando. “Ellos vieron que yo tenía algunos adelantos en el tiple y la guitarra y a partir de ahí, empezaron a enseñarme […] Mis primeros maestros, en una forma indirecta y algo directa,  fueron mis hermanos”. “El pise aquí” fue el método que usaron para enseñarle; un método inventado por ellos en donde tomaban los pequeños dedos de Fidel y luego de poner un acorde empezaban a darle nombres. La Primera era la tónica, La Segunda era la dominante y La Tercera era la subdominante. Fue un poco difícil apartarme de ese lenguaje cuando ya encontré un lenguaje más técnico, dice Fidel mientras sonríe.    

Un abogado que tocaba flauta y su secretario bandolista.
A mediados de los sesenta llegó a Fredonia un estudiante de derecho a hacer su práctica jurídica, Silvio Arias era su nombre y junto con él, Francisco Roldán Gutiérrez, su secretario. Silvio Arias, además de ser abogado, era flautista y conocía, entre otros, a Luis Uribe Bueno, Gabriel Uribe y León Cardona. Por su lado, Francisco “Pacho” Roldán, tocaba bandola.

Fidel Álvarez había salido de la vereda El Mago gracias a que sus hermanos pudieron encontrar trabajo y un sitio en donde ubicarse en Fredonia. Ya en Fredonia, Fidel Álvarez culminó su primaria mientras tocaba en grupos de músicos “de calle” los temas populares de ese entonces. Fue así como formó su primer grupo: El Trío Fredonia. Con este trío Fidel Álvarez tocó en la emisora local y daba conciertos al alcalde y al cura; ofreciendo a sus auditores un repertorio de música de Los Panchos, Dueto de Antaño, Obdulio y Julián, entre otros.

Un día, una persona lo contacto ─ya había pasado algunos años desde su llegada al pueblo y muchos conocían sus cualidades como músico─, le dijo que un abogado había llegado al pueblo y que lo estaba buscando. Era Silvio Arias quien después de escucharlo se lo llevó a Medellín para que tocara, junto con “Pacho Roldán”, en un grupo. 

En Medellín Fidel Álvarez ingresó a La Escuela de Bellas Artes de Medellín. Yo no conocía mayor cosa, entonces ellos ─Silvio Arias y “Pacho” Roldán─ me dijeron: llame a esta persona y dígale que va recomendado, para ver cómo logramos ubicarlo allá, cuenta Fidel. La Escuela de Bellas Artes de Medellín ofrecía talleres de gramática musical, lectura musical aplicada a la guitarra y técnica para guitarra solista. Fidel Álvarez, más por entretenimiento que por una formación como músico, estudió este taller. Allí estudie seis semestres […] hasta cuando me sentí más cómodo; hasta cuando sentí que ya podía leer más o menos, dice Fidel Álvarez.

Allí conoció a Los Hermanos Arias: Edmundo y Ricaurte, el primero, compositor, el segundo, clarinetista de la banda municipal, quienes compartieron con él algunas clases particulares mientras participaba con una estudiantina que dirigía Silvio Arias, conociendo más de cerca la música de compositores como Luis A. Calvo o Emilio Murillo.

Fidel Álvarez viaja a Bogotá
Iglesia San Ignacio 1973, Tunja (Boyacá)
Hacia 1972 Álvaro Romero viajó a Cali y dejó su puesto de guitarrista en La Estudiantina Colombia. “Pacho” Roldan tocaba en la estudiantina y al ver que otros guitarristas también se iban, decidió postular Fidel Álvarez. “Pacho” Roldan dijo: Yo conozco a un guitarrista que les puede rendir, pero está en Medellín. La Estudiantina Colombia gestionó todo y con los pasajes y la estadía asegurada, Fidel Álvarez viajó a Bogotá.

El colegio Camilo Torres de la ciudad de Bogotá servía como sede de ensayos de la estudiantina. Fue allí, un sábado de febrero de 1972, donde Fidel Álvarez se vinculó de forma definitiva a la estudiantina. Todos lo escucharon y se sorprendieron al ver que el nuevo guitarrista tenía el repertorio de memoria. “A mi me dieron las obras previamente para estudiarlas y llegue al ensayo con las obras aprendidas. Yo no he sido el mejor lector a primera vista, pero con la lectura preparada me va muy bien”, dice Fidel.

La Estudiantina Colombia tenía por esos días dos compromisos en dos importantes salas: El Teatro Colón y La Biblioteca Luis Ángel Arango.  Al respecto Fidel comenta: “Cumplimos con esos dos compromisos. No me fue complicado. Me quedaba todo el tiempo para estudiar, pues vine solamente a éso. Me bañaba, desayunaba, y a tocar guitarra todo el día”.

Al término de los dos conciertos Fidel se disponía a regresar a Medellín, pero los integrantes de la estudiantina estaban tan contentos con su trabajo, que decidieron conseguirle trabajo  dictando clases particulares y un empleo en una barbería. Desde ese momento Fidel Álvarez decidió asumir la música como su profesión.

Un trío que nació como un cuarteto (Trío Joyel).
Trío Joyel en el Museo de Desarrollo Urbano, 1984
En los setenta, Gloria Valencia de Castaño presentaba un programa cultural llamado: Carta de Colombia. Un programa realizado por la programadora RTI y transmitido a todo el país por la televisión nacional y la emisora HJCK. A este programa llegó La Estudiantina Colombia gracias a una gestión realizada por Rafael Mayorga, cantante de la estudiantina. Algunas personas podían acceder al programa como público en unas sillas dispuestas para tal fin. Ese día se encontraba Fernando León Rengifo dentro del público asistente.

Días después de la presentación de la estudiantina, Fidel Álvarez recibió una llamada de Fernando León. Así recuerda Fidel esa llamada: “Recuerdo que fue una propuesta muy decente… muy caballeresca. Me dijo: Hola, Fidel, hablas con Fernando León. No sé si me conozcas. Te vi tocar esta semana en el programa de televisión y te tengo una propuesta. Tengo unos arreglos para formar un cuarteto: bandola, tiple, guitarra y cantante, y los integrantes serían estos: Harley Otalvaro en el tiple, Manuel Contreras el tenor, yo estaría en la bandola y había pensando en ti para la guitarra”. Después de reflexionar unos minutos sobre las posibilidades de avanzar en su camino por la música con la Estudiantina Colombia, decidió decir que sí a la propuesta de Fernando.

Se concretó una fecha para el primer ensayo en la casa de Fernando León en el barrio Trinidad Galán. Sonó muy bueno el cuarteto, dice hoy Fidel. Después de este primer ensayo, se armó un itinerario de conciertos en La Radio Nacional de Colombia. La fecha de fundación del cuarteto fue el 25 de mayo de 1974.

Algunos fueron los nombres para esta agrupación que decidió llamarse trío junto con el nombre del cantante. En principio se llamó: Trío Trébol, luego Trío Andino y por último, Trío Joyel, tomando el nombre de una obra de Pedro Morales Pino titulada Joyeles. Por problemas de tiempo y compromisos fuera del país, el tenor Manuel Contreras, cantante de la ópera de Colombia, tuvo que ser remplazado por Gerardo Arellano que estuvo en el trío hasta su trágica muerte en el vuelo 203 de Avianca el 27 de noviembre del 1989 por una bomba que Pablo Escobar ordenó detonar cuando el avión estuviera en vuelo. Al poco tiempo se vinculó Aycardo Muñoz quien se desempeñó como tiplista en remplazo de Harley Otalvaro y que estuvo hasta su fallecimiento en 2008.

El maestro.
Estudiantina Legado Andino Colombiano.
La vida me dio la fortuna de tener a Fidel Álvarez como maestro. Recuerdo que un día me confesó su incomodidad con el nombre de Maestro Fidel.  Sin embargo, siempre me ha resultado difícil no llamarlo así, incluso, me ha resultado difícil llamarlo Fidel Álvarez al escribir esta crónica de su vida.

Un día de 1974, Fidel Álvarez se encontró con Enrique Nieto que lo vinculó al Ballet Folclórico de Sonia Osorio como guitarrista, trabajo que abandonaría para armar un trío con el mismo Enrique Nieto. “Un día Enrique consiguió una serenata muy elegante en el barrio El Chico donde se programó un trío. Él era el bandolista. Llamó a un tiplista que decía que era muy bueno y yo como guitarrista. Ensayamos en su apartamento y resultó que el tiplista era Aycardo Muñoz”.

La forma de tocar la guitarra de Fidel Álvarez, que utilizando una uña en su dedo pulgar, le daba una sonoridad fuerte a los bajos, llamó la atención de Aycardo quien le preguntó dónde trabajaba. En ese momento Fidel trabajaba en la Academia Tunja. Viviendo en Bogotá, Fidel Álvarez viajaba dos veces en la semana para cubrir una jornada de una a siete de la noche. “¿Te gustaría trabajar en Bogotá, ganando lo mismo y sin tener que viajar?” le propuso Aycardo. Claro, dijo Fidel Álvarez. Días después se dieron cita en La Plaza de Bolívar para ir a la oficina de cultura. Ese día se vinculó con la Academia Murillo como profesor de guitarra. Allí trabajó hasta 1992 cuando el presidente Gaviria cerró la academia.  El despido masivo hizo que Fidel junto con otros maestros, demandaran. El pleito duró hasta junio de 1998 cuando un fallo ordenó su restitución del cargo en La Academia Luis A. Calvo. El reintegro se demoró por trámites administrativos y sólo se efectuó en diciembre de 1998.

Desde enero de 1999 y hasta diciembre de 2009, trabajó Fidel Álvarez en la Academia Luis A. Calvo como director de la estudiantina. Allí lo conocí en el año 2003. Ensayando todos los viernes de tres a siete de la tarde, con un intermedio donde todos los integrantes de la estudiantina tomábamos chocolate caliente con roscón que Fidel compraba y preparaba. Por esta estudiantina pasaron muchos jóvenes, que al igual que yo, no conocíamos una bandola o un tiple, y que nos  aventuramos a tocar pasillos, bambucos y danzas; repertorio de Luis A. Calvo, Emilio Murillo, Lisandro Varela y a formar grupos de música andina colombiana a partir de la experiencia ganada en la estudiantina. 




Antes y después de una Estudiantina. (Estudiantina Boyacá)

El 13 de diciembre de 2003, Germán Moreno llevaba consigo las partituras de una adaptación que había hecho de La Gata Golosa, de Fulgencio García. Se dirigía a una reunión que los integrantes de La Estudiantina Boyacá habían convocado. Al llegar, Germán repartió las partituras entre Samuel Malagón, miembro fundador de la estudiantina; el grupo Fonzaque, donde algunos de sus integrantes eran a la vez integrantes de la estudiantina y Camilo Venegas, cofundador de la misma. Ese día no sonó nada, comenta Germán al referirse a la ejecución de su adaptación. Pero no duda al decir que desde ese día la historia de la estudiantina se partiría en dos.

Antes de 2003
En 1979, La Caja Popular Cooperativa, una de las entidades bancarias más importantes de Boyacá que fue fundada en 1949 por iniciativa del padre Jorge Manostoque y liquidada cincuenta años después, lanzó un proyecto para la  grabación de un L. P. con música de autores y compositores boyacenses. Francisco Ramírez directivo de la cooperativa motivó a su amigo Samuel Malagón para que reuniera a unos músicos para grabar el L.P.

Luego de un arduo trabajo de escogencia de repertorio, montaje y grabación; La Caja Popular Cooperativa lanzó el L.P “Verdad”, con la interpretación de La Estudiantina Boyacá. Esa fue la primera vez que se escuchó a la estudiantina. Esa primera agrupación tuvo un formato que incluía dos cantantes, dos bandolas, dos tiples, una guitarra y percusión menor.

Así nació La Estudiantina Boyacá y así entró a la década del ochenta. En ese entonces estudiantinas como La Estudiantina Colombia recorría el viejo continente llevando música andina colombiana. Nogal Orquesta de Cuerdas Colombianas, nacía para, desde un formato muy parecido a la estudiantina, aportar una visión diferente de ensamble.

En 1984 y 1985, La Estudiantina Boyacá se presentó al Festival Mono Núñez donde ocupó en las dos ocasiones el segundo lugar.

Hasta 1990 la estudiantina mantuvo una actividad ininterrumpida. Sus participaciones en Mono Núñez la hicieron visible fuera de Boyacá. Sin embargo, y por razones que los integrantes no pueden precisar, a principios de 1990 la estudiantina tuvo un cese de actividades. Al respecto Liliam de Malagón, esposa de Samuel Malagón, escribiría: “En  los años 90’s motivos de diferente índole, dieron lugar por un breve lapso a que la Estudiantina cesara su actividad; mientras tanto, se conformó con la mayoría de integrantes, una agrupación conocida con el nombre de “Añoranza” de la cual vive gratamente en nuestra memoria el Maestro Oscar Álvarez Henao (q.e.p.d.), su Director, quien lideró la participación en el Festival de Música de Aguadas (Caldas) su tierra natal, donde ganaron el máximo galardón”. (Oscar Álvarez fue integrante de la estudiantina).

La Estudiantina Boyacá viaja a Estados Unidos.
“A juergiar tocan”, fue el nombre de la producción discográfica que la estudiantina estrenó en su viaje a Estados Unidos en 1999. Este fue su tercer trabajo discográfico, pues en 1995, y con el apoyo del Fondo Mixto de la Cultura de Boyacá lanzó su primer disco compacto (segundo trabajo discográfico), denominado: Estudiantina Boyacá 16 años. “A juerguiar tocan” sirvió para conmemorar los veinte años de fundación “que coincidió con el viaje a Estados Unidos ─cuenta Germán Moreno─. El lanzamiento de ese disco se hizo en Indianápolis en un concierto que organiza una sociedad que se llama La Sociedad de Amigos de Colombia”.  En total fueron diez conciertos realizados en el mes de Mayo de 1999 en las ciudades de Chicago y Miami; en donde alterno con la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Butler. Al respecto El tiempo publicaría el 18 de julio de 1999: “El concierto de gala realizado conjuntamente con la orquesta Sinfónica de la Universidad de Butler, fue catalogado como un éxito abrumador”.

Después de 2003
A partir de este punto la estudiantina sufre un cambio significativo. El primero y más relevante, es el cambio de un formato vocal a uno netamente instrumental. La inclusión de nuevos miembros, que en su mayoría conformaban el grupo Fonzaque, dio un desarrollo diferente desde lo instrumental. El otro cambio importante fue el nombramiento de Germán Moreno como arreglista definiendo un sonido a partir de sus adaptaciones.

Desde ese 13 de diciembre, y con los cambios ocurridos, la nueva estudiantina se reunió interrumpidamente para ensayar. En una maratón de ensayos de dos o tres veces por semana, por las mañanas y por las tardes, asumidos con rigurosidad y disciplina, empezó esta nueva etapa.

Después de 19 años la estudiantina volvió a Mono Núñez. En abril de 2004 participaron acompañando a Pablo Sanabria, tiplista de la estudiantina, a quien se le rendía un homenaje. No concursaron; desde que en 2003 se reunieron los ocho integrantes que acompañaron a Pablo en su homenaje, acordaron alejarse de todos los concursos. Fue así como en 2004 no hubo un grupo por parte de Boyacá que representará al departamento. 

Entre julio y agosto de 2004 la estudiantina grabó su cuarto disco: “Reveses”, con la participación especial del Maestro Jaime Llano Gonzáles. El disco se lanzó en septiembre del mismo año, dando como resultado una gira de lanzamiento. Hasta ese momento el tema de los concursos no se había tocado, hasta que en una reunión en enero de 2005 se decidió concursar en la edición 31 de El Festival Mono Núñez.


La Estudiantina Boyacá gana el Mono Núñez
─El comentario que nos quedó después de la repetición fue el de Diego Estrada, quien nos dijo: “Es como si uno corriera una maratón y en la meta le dijeran: `Devuélvase que no le tomamos el tiempo´”─. Cuenta Francisco Cristancho, bandolista de la Estudiantina Boyacá.

El 29 de mayo de 2005, los poco más de 2.000 asistentes al Auditorio Gerardo Arellano en el municipio de Ginebra (Valle), vieron como la organización del Festival Mono Núñez pedía a La Estudiantina Boyacá repetir el tema: Bandolita, del compositor Luis Uribe Bueno; pues alegaban que en la interpretación hubo fallas en el sonido.

─Fue difícil ─dice Germán hoy después de casi 5 años de aquel Mono Núñez─, pero inmediatamente reaccionamos y dijimos: si hay que tocarla, toquémosla.

La Estudiantina Boyacá había llegado a este punto del concurso después de pasar las convocatorias regionales. Julián Salcedo, delegado de Funmúsca (fundación que organiza el concurso), a su llegada a Ginebra (Valle) y después de ver la actuación de La Estudiantina Boyacá diría a sus compañeros: “Yo ya vi al ganador de la modalidad instrumental; está en Boyacá”. En principio pareció un comentario aislado, pero su predicción se cumpliría.

En Ginebra (Valle) La Estudiantina Boyacá se había enfrentado con 28 grupos después de tres días de competencia y habían llegado a la final con otros dos grupos. Francisco Cristancho, Germán Moreno e Iván Darío Niño en las bandolas; Samuel Malagón y Pablo Sanabria en los tiple; Fredy Fonseca en la guitarra; Luis Eduardo Yanquén en el contrabajo y Camilo Enrique Venegas en la persecución, ejecutaron Bandolita por segunda vez en la noche de la final.

─Tocamos Bandolita la primera vez y sonó muy bien, y la tocamos la segunda vez y sonó mejor ─comenta Germán Moreno─. Éso ratificó la actuación ─agregó.

Siendo más de la una de la mañana del 30 de mayo de 2005, La Estudiantina Boyacá es proclamada como la ganadora de la versión 31 del Festival Mono Núñez en la modalidad instrumental. Era la primera vez en la historia del concurso que un grupo de Boyacá ganaba este premio. “Una risa nerviosa invadió a los ocho integrantes de la Estudiantina Boyacá cuando escucharon el veredicto final”, escribiría Bethsabe Castro Payan, enviada especial de El Tiempo.

30 años.
Desde que La Caja Popular Cooperativa logró que 8 personas de diferentes profesiones (en su mayoría no músicos) grabaran un L.P. en poco tiempo, han pasado 30 años. Samuel Malagón fue capaz de darle cuerpo a la idea de una estudiantina que representara al departamento. Uno de sus grandes aportes ha sido: “promover, adoptar músicos que llegaban a la ciudad y brindarles ese espacio (la estudiantina)”. Y tal vez es este comentario de Francisco Cristancho lo que resume toda la vida de la estudiantina.

“En Boyacá, La Estudiantina Boyacá es un grupo muy importante”, comenta Elizabeth Patiño, bandolista de la estudiantina de 2007 a 2009. “Yo ingrese tocando segunda bandola. Éso era una ilusión que tenía desde pequeña […] y al fin se cumplió”. Esto muestra la importancia de la estudiantina para los niños del departamento. Elizabeth también reconoce la necesidad de que la estudiantina “se dé a la tarea de buscar los espacios a nivel nacional, para ser más reconocidos”. Aquí cabe anotar la tarea pedagógica, no muy reconocida en algunos lugares del país, que realizan los integrantes de la estudiantina en todo el departamento dando como resultado grupos como La Orquesta Típica de Duitama, conformada por aproximadamente 15 colegios.

En 2010 la estudiantina se daría la publicación de su nuevo trabajo que se llamará “Sin Palabras”, disco que servió de excusa para la celebración de sus 30 años; un trabajo en busca de nuevos recursos para trabajar la música andina colombiana y una exploración del formato en las músicas latinoamericas. La estudiantina según las últimas personas que la han  escuchado “dicen que suena muy internacional”, como declara Ovidio Nocua, integrante de la estudiantina.

Juan Pablo Hernández o el tiplista filin`.

Los primeros maestros

Es Armero (Tolima) y estamos en la década de los setenta. Don Leoncio Hernández Sánchez toma su tiple y junto a su mujer cantan algunas canciones del repertorio vocal andino colombiano: él hace la segunda voz; ella lleva la melodía.

Juan Pablo Hernández nació el 19 de julio de 1967 en Armero, y cuando cuarenta y dos años después, sentados en un concurrido café de un centro comercial en la cuidad de Bogotá le pregunto por su iniciación en el tiple, no duda en decir que su padre, Don Leoncio Hernández, fue su primer maestro. Fue Don Leoncio quien le regalo a Juan Pablo su primer tiple cuando tenía sólo seis años. Juan Pablo me habla también de ese otro maestro que Don Leoncio lo llevó a conocer a sus ocho años de edad. “Ahí está; ése es mi maestro de música […] Es el que está tocando la flautica en la carátula”. ─Se refiere a la carátula de su disco Entre siglos─. Y sí, allí está ya anciano con una flauta traversa hecha de madera. Francisco Antonio Alarcón era su nombre; ya casi ciego, tomó a Juan Pablo como su discípulo (tal vez uno de los últimos que tendría), y le mostró la estructura de los aires de la zona andina colombiana.

Francisco Antonio nació en Líbano (Tolima) en 1899. Este hombre, un músico portentoso (según las palabras del propio Juan Pablo), traía consigo todo el legado musical del siglo XIX e inicios del XX, legado que transfirió a Juan Pablo en cinco años de instrucción.

En 1981 Francisco Antonio muere y Juan Pablo se encuentra con dos compañeros en Armero para formar un trío por el “simple gusto de hacer música”; uno, Fernando González (guitarrista); el otro, Leonel Augusto Leiva (bandolista) serían los integrantes del Trío Nuevo Horizonte.

“En el año 84 ─cuenta Juan Pablo─, recibimos una documentación a través de la casa de la cultura de un  concurso: Mono Núñez. Nosotros (los integrantes del trío), no sabíamos ubicar en el mapa  donde quedaba ese pueblo llamado Ginebra”. Tocando en casa de personajes adinerados de la región y hasta del alcalde; con el tiple de un tío de Juan Pablo que tenía una calcomanía cerca del puente y con la ayuda de otros familiares, el Trío Nuevo Horizonte fue a Mono Núñez en representación del municipio de Armero.

La emoción de tocar al lado de personajes como Jesús Zapata, León Cardona, entre otros, sirvió para que Juan Pablo y su trío figuraran en el panorama nacional a la par de la experiencia ganada.


Un hombre mundo.

“Juan Pablo Hernández
Concertista de tiple.”

Ese era el formato, que junto con un apartado aéreo, Juan Pablo utilizó para mandar a hacer unas tarjetas de presentación. Sin fatuidad alguna y más con el deseo sentirse “tiplista profesional”,  decidió tener estas tarjetas después de un concierto como solista de tiple en el auditorio del Banco de la Republica de Ibagué. Ya había pasado casi cinco años desde su experiencia en Mono Núñez; ya había vivido la trágica avalancha que el 13 de noviembre de 1985 sepultó a Armero y que lo obligó a viajar a Ibagué. Ya sentía sobre si, la necesidad de llevar su práctica a una nueva dimensión: el tiple solista.  

Después de la avalancha de Armero, Juan Pablo tuvo que dejar su pueblo y con ello también dejo atrás las tardes que pasaba metido en el carro familiar con los vidrios arriba (a pasar del calor de Armero), sintonizando emisoras de Bogotá donde pasaban los siete programas diarios de música colombiana que escuchaba con disciplina. Metido el carro pensaba que estaba en un estudio musical y fascinado por los logros en Mono Núñez de El Negro Parra se preguntaba: ¿Cómo hace este tipo? ¿Cómo le saca esos sonidos a ese instrumento? Para luego sentarse frente a una grabadora, e imaginando las melodías de temas como La Gata Golosa, grabar el acompañamiento y luego de escucharse ir “puliendo” el golpe de la mano derecha.

En Ibagué establece comunicación con Leonel Augusto Leiva quien también había sobrevivido a la avalancha y se había exiliado allí. Juan Pablo seguía tocando como tiplista acompañante en El Trío Nuevo Horizonte con Leonel Augusto y Juan Carlos Amésquita Valero, sobrino del maestro de tiple de Juan Pablo en Armero.  Juan Carlos era profesor de guitarra y cuerdas de la Universidad del Tolima y recibía clases con Gentil Montaña en Bogotá, y fue gracias a ese nexo de Juan Carlos con su maestro de guitarra, lo que permitió que el trío fuera apadrinado por el Maestro Gentil, llegando a tocar más de 20 obras de su autoria.

Fue una trascendencia musical desde el trío que manejaba Gentil a lo que nosotros hacíamos, afirma Juan Pablo. Quien desde ese momento se vio obligado a consultar libros de música para entender “los arreglos de tiple para trío instrumental” de Gentil. Las nuevas armonías le generaban una sensación “estético-orgásmica”, que le permitió sentirse por primera vez “hombre mundo” y que lo disparó desde la práctica de ese instrumento y formato local, a un nuevo panorama de la música.  Todo este proceso lleva a que en 1989 El Trío Nuevo Horizonte gane el V Encuentro Nacional de Tríos del Banco del Estado en Popayán y en el concurso Mono Núñez, Juan gané el premio en la modaldiad de solista instrumental. Desde este momento empezaron a ser llamados para dar conciertos en varias ciudades de Colombia.

Paralelo a esto, Juan Pablo estudia en la Universidad del Tolima una licenciatura en español e inglés que abandonará después de cuatro semestres. Juan Francisco Alarcón López o “Pachito” Alarcón, como lo llama Juan Pablo, filólogo de la Universidad del Tolima y profesor de la misma, lo vio cierto día tocando tiple en una tertulia. Después de ver su ejecución, compró un tiple y se lo dio. Desde cuando a los seis años Don Leoncio le dio su primer tiple, Juan Pablo no recibía un tiple como regalo (aunque “Pachito” Alarcón nunca dijo que era un regalo), tal vez por eso es que Juan Pablo no duda en considerarlo como su segundo padre. Fue gracias a este regalo y a todo el apoyo brindado por “Pachito” Alarcón que Juan Pablo dio su primer concierto como solista de tiple en el auditorio del Banco de la Republica en Ibagué. El smoking, los programas de mano y toda la formalidad del concierto que para un joven de barba y mochila eran un poco ajenas, hizo mucho en él para la autoidentificación como solista de tiple; después, con las tarjetas de presentación en sus manos se sintió como concertista de tiple. Creo que ahora es más fácil, analizaba Juan Pablo mientras tomaba un sorbo de café, ahora uno sale titulado y los muchachos la creen más, pero en esa época no era tan visible.

Bambuco Filin`. 
En la segunda mitad de la década del noventa, Juan Pablo estudió comunicación social en la Universidad Jorge Tadeo Lozano de donde se graduaría en el año 1999. Allí tendría la oportunidad de conocer a una persona que fue muy importante para él: Ana María Ochoa Gauthier. Etnomusicóloga y profesora asistente en universidades como la de Columbia en Estados Unidos, acercó a Juan Pablo (según sus propias palabras), a una dimensión académica diferente, vinculando la música a diferentes aspectos: social, antropológico, político, entre otros. Esto le sirvió “para asumir una posición más reposada frente a ese embate con que asume las músicas tradicionales”, donde un pensamiento conservacionista no permite otra lectura. Yo no hablo despectivamente de quienes la asumen así, agregó. Pero finalmente me sirvió para tener otra ubicación frente a mi labor como creador, intérprete y gestor. ¿Gestor? Sí, Juan Pablo trabajó (después de su graduación), en el antiguo Colcultura como delegado del programa CREA por los departamentos del Tolima y Cauca.

Pero devolvámonos un poco y hablemos de algo en la experiencia de Juan Pablo en la universidad que llamó mi atención:

“Yo fui universitario en una época en que la nueva trova a mí nunca me golpeaba; no me golpeaba, digamos, por lo emotivo. Siempre fui un respetuoso de la nueva trova más desde lo intelectual, pero nunca me golpeó emotivamente, pero si un movimiento anterior como fue el del bolero filin` […] Ese movimiento me proveía las armonías que a mi me fascinaban”. Sus experiencias con los bambucos, pasillos; por sus maestros, por los discos y el gusto por los boleros, el blues, el jazz; dio como resultado el bambuco filin`.

Cuando le pregunte a Juan Pablo sobre su bambuco filin`, nunca imaginé su respuesta: “Los nuevos conceptos musicales siempre serán conceptos viejos”. Y escuchando de nuevo el disco (entre siglos) entendí mucho de esa frase. El tempo más lento, las líneas melódicas con saltos largos y cortos sin previa preparación, con un amago de blues, hace que este concepto sea la suma de muchos conceptos viejos que lo hace íntimo (según la descripción de Juan Pablo).

Entre siglos.

En 2009 y luego de viajar a Estados Unidos, Europa y algunos paises suramericanos haciendo música,Juan Pablo lanza su disco Entre siglos. Un disco que busca recopilar su obra compositiva. “Un puñado de canciones y obras instrumentales en busca de intérpretes”. Pues Juan Pablo es enfático en que su disco es un disco compositivo y no interpretativo.

Entre siglos permite una reflexión del tiple en la transición del siglo XX al XXI. El tiple, decía Juan Pablo, en las manos de los nuevos intérpretes es un producto social que va a permanecer, esa actualización interpretativa y esos espacios sonoros a los que se ha sumado el tiple le garantizan su permanecía en el tiempo.

Otro espacio donde el tiple ha sufrido una transición importante es la academia. Juan Pablo, un tiplista creado desde esa práctica impartida de manera oral, ve en la academia una alternativa de perdurabilidad del tiple. La academia, según él, debe volver a mirar un poco ciertas metodologías autodidácticas […] y volver a ese pasado para encontrar esos sabores que no se encuentran en el aula de clase. 

En la actualidad, Juan Pablo se desempeña como colaborador del Festival Nacional de música Mangostino de Oro en una campaña por la transformación de concurso a festival en procura de una asociación de tiplistas.


Nota: en el momento de realizarse la crónica Juan Pablo era colaborador del Festival Nacional de Música Mangostino de Oro, a la fecha, Juan Pablo, no hace parte de la organización de este festival.  


Audios.
1. Pablo Hernán es bambuco para tiple solista de Juan Pablo Hernández en interpretación del compositor. Dedicado al Luthier bogotano Pablo Hernán Rueda.




2. Haciendonos a la Mar es un bambuco filin' composición e interpretación de Juan Pablo Hernández e incluido en su trabajo Entre Siglos.




Para escuchar más obras de Juan Pablo Hernández da click aquí o escribe a tiplista@hotmail.com