Claudia Gómez es una cantautora antioqueña que con una propuesta
musical diferente a lo que se viene dando en la música andina colombiana busca
abrir un espacio de reflexión en torno a lo que se está haciendo en el formato
vocal de dicha música. Colombia Folcrónica estuvo hablando con ella de estos y
más temas y aquí está lo que nos dijo.
John J. Osorio V.: Háblenos sobre la realidad de la música vocal
andina colombiana. Usted dice que hay una distancia entre lo vocal y lo
instrumental ¿explíquenos eso?
Claudia Gómez: Pienso que las propuestas vocales andinas son las
mismas de hace muchos años en cuanto a la voz; eso es lo que yo percibo; es
decir, hablando de lo que se califica en los festivales, pienso que los
parámetros y el criterio del jurado radica más en una calidad tímbrica que en
una calidad interpretativa. Una voz gruesa que despliega dicha fuerza, es la
voz que ellos consideran que tiene valor y ésas son las voces que han
predominado en la música vocal andina colombiana. Una persona que tenga una
propuesta más delicada, más suave…Piensa por ejemplo en la música brasilera,
piensa en una Astrud Gilberto (tararea
una canción), eso no tendría cabida en el concepto vocal andino según lo que yo
percibo. En ese sentido la música vocal andina está estancada: no hay una
propuesta distinta a la tradicional, mientras que lo instrumental me parece que
ha ido innovando en las propuestas, en las estructuras rítmicas con todos los acentos
que vemos que hacen los grupos ahora, las propuestas armónicas, las propuestas
melódicas son muy innovadoras y quiebran y rompen patrones tradicionales. Esa
es la diferencia entre lo vocal y lo instrumental, para mí.
J. J. O.: Hay personas que defienden la existencia de festivales
como Mono Núñez ¿cuál es su opinión al respecto?, ¿es necesario un festival
como Mono Núñez?
C. G.: Primero, no es un festival sino un concurso, porque
festival es un encuentro de músicos donde todos son apreciados, pues tú sabes
que un músico no es mejor que otro, un músico simplemente tiene una propuesta distinta
a la de otro, claro que hay bases fundamentales como afinación, métrica que son
técnicamente indispensables.
Pienso que no es necesario un “concurso” como el del Mono Núñez,
lo importante es tener un Encuentro donde la gente muestre su música. Lo que
pasa es que a nosotros, los colombianos, nos gusta competir, nos gusta el
espectáculo y todo lo que eso conlleva, pero pienso que no es necesario. Lo que
pasa es que eso se convierte en un espectáculo para complacer una masa, una élite,
un público muy especifico, y no hay realmente una apreciación de lo que estamos
haciendo en la música. Lo instrumental, por ejemplo, muchas veces se ha
convertido en un virtuosismo y en un malabarismo en el cual quien más rápido
toque mejor es, pero poco a poco eso se ha depurado y se encuentran ya
propuestas muy bonitas, muy claras y muy desarrolladas.
J. J. O.: Entonces por qué seguimos asistiendo a estos concursos.
C. G.: Yo fui a este concurso del Mono Núñez con unas claras
motivaciones: 1. Presentar una nueva propuesta vocal, precisamente debido a la
queja de muchos músicos de que lo vocal está atrasado con respecto a lo
instrumental, y como yo ya tengo una propuesta consolidada desde lo
interpretativo, pues me pareció pertinente mostrarla en ese contexto. Y tenía
mucha ilusión, mis expectativas eran muy altas porque sé que es necesario darle
un cambio a lo vocal, es necesario salir de ese concepto y esa estructura tradicional
de que lo vocal andino es solamente quien tiene un gran timbre de voz. Estamos
llenos de voces bonitas y timbres hermosos pero, ¿quién sabe cantar, quién sabe
interpretar, quién tiene dinámicas y quién tiene un estilo propio?, eso no lo
tiene todo el mundo y yo creo que este jurado no fue concretamente el idóneo
para juzgar esto. Entonces yo tenía esa motivación de presentar una propuesta
que renovara, que le diera un aire nuevo y fresco a la música vocal andina
colombiana. 2. Otra de mis motivaciones fue el tener gente de todo el país
reunido en un solo lugar escuchando, eso es maravilloso y yo también quería,
desde mi propuesta, desde mi punto de vista, ampliar mi auditorio, mi audiencia,
y al mismo tiempo abrirle las puertas a gente que viene detrás de mi; hay gente
que me apoya y que cree en mi propuesta y que no tiene cabida en el concurso
del Mono Núñez porque no les aceptan otros tipos de conceptos vocales. Si no
vienen de esa tradición de voz fuerte ─muy lindas, porque hay voces hermosas─,
pero tiene que ser siempre desde lo tradicional.
Sí, yo estaba consciente de que era un concurso, pero también tenía
unas expectativas muy altas de que mi propuesta tendría muchas posibilidades.
Lo peor de todo, John, es que lo que no gana en esos concursos se convierte en
un anonimato total. Mi canción, En los esteros de mar, era una propuesta
novedosa: un texto totalmente distinto a lo que se trata en los textos tradicionales:
la ruana, el carriel, el orgullo patrio, etc. Reconociendo que la canción
ganadora fue muy linda, creo que también hubiera sido muy interesante abrirle
la puerta a una composición que tenía una propuesta muy distinta en lo
armónico, en lo melódico, en lo rítmico y en lo textual. Eso hubiera dado lugar
a que el público abriera los oídos a nuevos bambucos. Ahora mi canción quedó en
el anonimato.
J. J. O.: Dentro de los comentarios que usted hace en Facebook
usted dice que el jurado tiene un papel importante en educar al público.
C. G.: ¡Claro!, lógicamente. El jurado es un colectivo de gente
que debe conocer la historia de este país, que debe tener una mirada hacia el
futuro: para dónde va la música andina colombiana. Y qué es lo que está
promoviendo el festival (Mono Núñez). ¿Está promoviendo preservar y perpetuar
las tradiciones y no salirse de eso, o queremos caminar hacia el siglo XXI? ¿Queremos
seguir caminando como caminan las músicas que se desarrollan?, porque músicas
que no se fusionan, que no tienen influencias de otras culturas y de otros
conceptos, no evolucionan, se estancan.
Yo sí creo que el jurado tiene la responsabilidad de mirar hacía
dónde va la música colombiana y darle la oportunidad a una propuesta nueva que
es buena y sólida, llámese mía o de otra persona y es ahí donde el jurado debe
tener una tarea de orientación, porque también el público es un público que
reacciona muy emotivamente. Es un público que precisamente no quiere cambiar
para nada lo tradicional… para nada; porque para cambiar lo tradicional es
necesario abrir la mente, es necesario hacer un esfuerzo y pensar en cosas que
uno no está acostumbrado a pensar y eso no es fácil. Entonces el público no es
el que va a reaccionar y a decir: abrámosle la puerta a una propuesta nueva,
nunca lo va a hacer. Se convierte en un público como el de la Quinta Vergara en
Viña del Mar, que es un público que no deja que el jurado premie a cualquiera;
si el público no quiere, simplemente no lo premian, lo sacan de ahí o le tienen
que dar otro premio, si el público lo pide. Lo que el público quiera en la
Quinta Vergara es lo que se hace. Y eso ya es un espectáculo, y allí no es
donde debe estar la música andina colombiana; en este momento la música andina
colombiana debe estar en el cuidado de “vamos para adelante”, “vamos a integrar
todas esas propuestas”, de gente joven que tiene cosas nuevas, bonitas y
distintas para decir, sumadas a las ya tradicionales, pues lo tradicional no va
a dejar de existir pues es la base, es el centro.
J. J. O.: ¿Cómo es su propuesta articulada a esas propuestas de
las que habla?
C. G.: Por mi carrera y mi trayectoria tengo una cantidad de
influencias musicales enormes. Cuando una persona solamente ha cantado bambucos
y pasillos toda la vida, esa persona no puede aportarle algo nuevo o distinto a
lo tradicional en la música colombiana.
Yo he cantado rock, jazz, flamenco, boleros, bossa-nova, música afro-brasilera,
afro-cubana, música africana, folclor de toda Latino América. Esa versatilidad ha
enriquecido mi propuesta vocal para cantar cualquier cosa con propiedad. Mi
propuesta vocal, ya con todas esas tendencias, ─y conservando obviamente un
respeto por la estructura rítmica, porque yo pienso y lo he pensado toda la
vida que la estructura rítmica de la música, llámese cumbia, vallenato,
guabina, pasaje, joropo … es la columna vertebral de dichas músicas─, me ha permitido mirar la música colombiana
desde una perspectiva más amplia. La estructura rítmica se puede enriquecer,
pero no hay que tocar su célula rítmica; sin embargo, todo lo que está alrededor
como la armonía, la melodía, el tratamiento del texto, el ordenamiento como tal
de la canción, eso sí se puede cambiar y aún seguirá conservando su esencia,
eso lo he sabido toda la vida.
Mi propuesta es esa, simplemente un bambuco, un pasillo o una
guabina, enriquecidos por todas las influencias que he tenido, porque yo ya no
puedo cantar un bambuco como lo cantaban Garzón y Collazos; no, yo no puedo
porque ya hay dentro de mí una nueva información vocal. He absorbido otras
influencias que hacen que al yo producir música colombiana, mi voz transmita
esos aromas, esos sabores, esos otros elementos que simplemente la enriquecen.
J. J. O.: Usted permitió un movimiento muy importante en las
redes sociales en apoyo a su propuesta ¿cómo se siente con toda la respuesta del
público?
C. G.: La verdad me quedé sorprendida. Soy franca al decir que
no me esperaba esa respuesta y eso es lo que tenemos que aprovechar y
cuestionar qué se está tejiendo en los festivales, qué resultados positivos o
negativos le están dejando estos eventos a la música andina en el país… tenemos
que aprovechar este momento para que se cuestionen los festivales sobre lo que
estamos hablando: la historia musical, para dónde va y por qué no nos abren las
puertas a nuevas propuestas, por qué quieren conservar únicamente lo tradicional.
A mí me conmovió la respuesta de la gente conmigo y me sentí muy agradecida, a
pesar de que mi carta fue escrita con mucho dolor y en un momento irracional y absurdo
por lo imprevisto del resultado, y debí haber reflexionado más sobre la forma
como dije ciertas cosas.
Sin embargo la respuesta positiva de la gente me indicó que
ellos entendían las verdades que mi carta y mis palabras dolorosas ocultaban. Así
pues, me confirmó que la gente sí quiere un movimiento nuevo, una sacudida de
la música andina, porque son jóvenes y quieren participar en el proceso de
creación de una nueva música colombiana… ¡Eso es muy válido!
La respuesta de Facebook la vamos a aprovechar y yo creo que el
Festival Mono Núñez, en este momento, está pensando en cuáles son sus
principios, cuáles son sus bases, sus reglamentos, sus parámetros, los
criterios del jurado y qué es todo eso para que se revalúen y puedan estar de
acuerdo con una masa de gente que, al apoyarme, está mostrando que efectivamente hay algo que los festivales no
están haciendo bien, y es que están excluyendo eso otro grupo de gente que está
deseoso de mostrar cosas buenas. Conozco compositores jóvenes maravillosos que
no presentan sus propuestas nuevas por miedo a ser rechazados. Y tengo que
decir que hay gente muy buena, excelentes propuestas nuevas; propuestas como la
de María Olga Piñeros, Ensamble Oí, o la de Luz Marina Posada, son propuestas hermosas, con la frescura que
necesitamos.
J. J. O.: En su carta usted decía que se iba a alejar de la
música andina colombiana ¿Aún sigue pensando esto?
C. G.: Sí lo pensé, pero ante la respuesta de la gente, no voy a
alejarme. Me va a tomar un tiempo reintegrarme a la actividad, ya van ya casi
veinte días y no he tocado la guitarra, mis dedos y mi voz están un poco desmotivados,
pero ya estoy espiritualmente comprendiendo todo esto que para mi es una
lección también, una de las mayores lecciones que he tenido como individuo: “¿por
qué necesito el reconocimiento de alguien más?”. Yo no debo necesitar el
reconocimiento de nadie, a pesar de que es muy humano. Eso me impactó
muchísimo, que yo estuviera dudando de mi producción musical y que dependiera
de la opinión de una o dos personas. Pero independientemente de eso, creo que
mi responsabilidad en este momento es precisamente la de documentar mi paso por
la música andina colombiana, porque no es la única música que hago, pero es una
de ellas y quiero aportarle al país y quiero dejar un documento sonoro que
estoy haciendo, y ya lo estoy planeando. Grabar todos mis arreglos y todas mis
composiciones para que queden como un legado. No voy a dejar de componer; tengo
muchos pedacitos melódicos dispersos por ahí, voy a terminarlos y voy a grabar
este disco que tiene que ser solamente de música andina colombiana.
J. J. O.: Y para cuándo estaría este disco.
C. G.: Quiero hacerlo para final del año, quiero que esté listo
para esa fecha pero no lo sé, no quiero apresurarme; puede ser para inicios del
año entrante pero ya estoy conversando con un productor y personas que me
pueden ayudar a hacer unos arreglos bonitos, a seleccionar el repertorio;
porque también quiero retomar melodías viejas y renovarlas como hice con Rosalinda,
Te extraño, tomar esos temas me parece muy bonito. A mi siempre me ha
gustado hacer eso. Vamos a ver cuánto toma, pero creo que a más tardar a
comienzos de el año entrante.
Para más información sobre Claudia Gómez puedes ingresar a www.claudiagomez.com